En 1845, el repostero David Sprüngli-Schwarz y su hijo de 29 años Rudolf Sprüngli-Ammann decidieron probar algo nuevo. Ambos trabajaban en una pequeña pastelería en Marktgasse, en el casco antiguo de Zurich, Suiza. Padre e hijo osaron fabricar chocolate en consonancia con la tendencia que venía de Italia, o sea, en tabletas sólidas.